Un paso en falso pudo haberlo cambiado todo, pero aquel hombre gigante siguió caminando con un niño al hombro… sin saber que cargaba al mismo Hijo de Dios. Así empieza la leyenda de San Cristóbal, uno de los santos más populares del cristianismo y, sin duda, uno de los más enigmáticos.
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¿Quién fue realmente San Cristóbal?
Según la tradición, su nombre original era Reprobus y era un hombre de gran estatura y fuerza descomunal. Buscando al “rey más poderoso del mundo”, se puso al servicio de distintos señores hasta que conoció a un ermitaño que lo guió al verdadero Rey: Cristo.
El ermitaño le aconsejó usar su fuerza para ayudar a los demás cruzando a los viajeros por un río peligroso.
¿Qué ocurrió la noche que cambió su destino?
Una noche, un niño le pidió ayuda para cruzar el río. A cada paso, el peso aumentaba hasta hacerse casi insoportable. Al llegar a la otra orilla, el niño le dijo: “No solo cargaste al mundo entero… me cargaste a mí, que soy tu Señor”. Desde ese momento, Reprobus fue llamado Cristóbal, que significa “portador de Cristo”.
¿Por qué es el patrono de los viajeros?
San Cristóbal representa la fe inquebrantable, la protección en el camino y la fortaleza ante lo desconocido. Por eso, millones de personas llevan su imagen en autos, mochilas o colgada del cuello: una señal de resguardo divino.
Hoy, su historia sigue viva… como un recordatorio de que incluso los actos más simples pueden tener una grandeza eterna.
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