Los dos enormes gigantes que protegen un misterioso lugar en Tonalá

“La verdad es que desde que estaba chiquita mis abuelos me lo contaban y la verdad es que Guadalajara, Tonalá, todas estas zonas están llenas de muchas historias. La gente que se ha atrevido a ir a este lugar en la noche dice que ven cosas, que ven luces. “Incluso los viejitos que van a este lugar dicen que tengas mucho cuidado y sobre todo mucho respeto”. “Imagínate encontrarte con estas cosas que miden casi cinco metros y la gente lo sabe”; son algunos testimonios de personas que han escuchado hablar de un enigmático lugar ubicado en Tonalá, Jalisco.

La leyenda cuenta que dos enormes estatuas, conocidos como los Gigantes de Colimilla, son los guardianes de la antigua hidroeléctrica de este lugar y lo más interesante de todo esto es que una gran cantidad de personas asegura que por lo menos una vez al año, una de estas estatuas no se encuentra en su lugar. ¿Verdad o ficción? Vamos a descubrirlo.

Es así como dábamos inicio a la búsqueda de tan enigmático lugar, en el cual nos aseguraban que íbamos a encontrar a los famosos Atlantes de la leyenda, próximo destino: Tonalá, Jalisco.

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“Te vas a encontrar con unos monos que son de respeto, es un lugar de respeto porque en la noche se escuchan ruidos que sacan de onda, que asustan”, dijo Don Roberto, un señor que se gana la vida honradamente arreglando los desperfectos que se encuentran en el asfalto.

Después de un largo recorrido, llegamos a la Barranca de Colimilla y te cuento, esta área natural se encuentra dentro del municipio de Tonalá, Jalisco, esta zona representa un corredor biológico natural que constituye uno de los ecosistemas cercanos al área metropolitana de Guadalajara.

Al recorrer el lugar podrás encontrar paisajes extraordinarios como grandes acantilados, islotes, pedregales, manglares y zonas prácticamente inexploradas, el camino de acceso se encuentra empedrado y anteriormente esta brecha fue utilizada como paso de la ruta comercial Guadalajara - Zacatecas, realizada por herreros durante varios siglos.

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A lo lejos comenzamos a ver parte de la Hidroeléctrica, acompañada de un majestuoso puente de madera, de esos que hacen volar tu imaginación y metros más adelante nos encontraríamos con el famoso pueblo fantasma, el cual parece salido de una película de terror pero lamentablemente no pudimos conseguir tomas del interior de este lugar. Debido a las recomendaciones de autoridades de este lugar se nos recomendó no adentrarnos a esta área y así evitar cualquier tipo de ataque de los animales que podrían estar escondidos en el lugar.

La gente nos contó que este lugar estaba habitado y aquí vivían los familiares de los trabajadores de la Hidroeléctrica, pero desafortunadamente las nuevas tecnologías sustituyeron la mano de obra humana y poco a poco este lugar quedó en abandono.

Llegamos a las escaleras que nos conducirían hasta los colosos legendarios. La bajada no es fácil, debes tener mucho cuidado porque un resbalón puede ser fatal y es normal que a la mitad del camino te comiencen a temblar las piernas debido al gran esfuerzo físico.

Después de mucho esfuerzo llegamos al encuentro y es impresionante cómo estos dos titanes de estos cinco metros parecen no quitarte la vista de encima, imponiendo un gran respeto por el lugar, vigilantes, atentos de todo lo que pasa alrededor, no podía creer que después de un gran trayecto estuviera frente a frente con este par de majestuosas obras de arte.

También observamos una gran cueva en donde la gente cuenta que se esconde un gran tesoro, pero no te emociones, éste no es digno de cualquier persona.

Valió la pena tanto esfuerzo, tantas horas de caminar pero al final pudimos estar frente a ellos, conocidos como los guardianes de este lugar, los Atlantes de Colimilla.