Armando vende dulces para conseguir una silla de ruedas

Este hombre de cincuenta años sufre de diversos padecimientos que le impiden vivir cómodamente o transportarse para poder vender dulces y subsistir.

Becky Reynoso
Azteca Noticias Jalisco

Su nombre es Armando tiene 50 años y lleva 20 soportando de artritis reumática y diabetes. Él todas las mañanas está en la calle de Calandrias esquina camino a Copalita donde vende dulces.

Don Armando se traslada de reversa para poder irse a vender dulces

“Pues vendo mis dulcecitos para sacar de perdida para las tortillas lo que me viene ocupando”, dijo el señor Armando de la Torre.
Se traslada en silla de ruedas, ya que el cartílago de sus rodillas esta deteriorado y ponerse de pie solo le es imposible, por eso usa sus pies como motor, aunque deba hacerlo de reversa para lograrse transportar.

“Es puro reversa, después ya me pongo de espaldas y me voy, y como los carros que vienen de ahí se estacionan aquí en la acera a veces voy muy contento así y ya estoy estampado en el carro, gracias a Dios que no les pasa nada porque no les hago nada y al gente no me dice nada pero es peligroso para mí”, añadió Don Armando.

Al no ver lo que tiene atrás ha sufrido de accidentes, así lo ha señalado el señor de la Torre: “llegué a la rampa quise subir solo y cuando baje del otro lado la silla se me fue para atrás y me fui y rodé, cuando vengo así llego a la casa como adolorido ya mis huesitos se me están acabando, mis manos ya no las puedo mover hasta ahí”.

En su cuerpo los rastros de su enfermedad, sus manos ya no responden igual. Armando estuvo postrado en una cama por 15 años, su padre fue quien lo empezó a sacar, pero su padre falleció hace tres años y hoy quien lo cuida es su madre, que tiene 70 años de edad.

“Ella es la que me cuida me ayuda a bañarme a vestirme de hecho me baño solo, ya para cambiarme mi madre es la que me ayuda, me acuesto en mi cama”, relató Don Armando.

“Él dice que si trajera una silla de ruedas eléctrica le ahorraría el trabajo que me va a dar caminar, pero no hay el modo para comprar la silla de ruedas eléctrica porque están muy caras”, añadió Doña Magdalena Espinosa.

Armando no cuenta son seguridad social, las medicinas que toma día a día las compran dicen con la ayuda de Dios, en la esquina de enfrente hay un taller, su dueño Alejandro le pidió a uno de sus trabajadores que todas las mañanas vaya a su casa por Armando y luego lo lleve.

“Veo que batalla el pobrecito diario viene en reversa o se va en reversa y me ha tocado verlo, me nace pues del corazón ayudarle”, señaló José Vicente Madrigal.

Usada o nueva, para Armando una silla de ruedas eléctrica le cambiaría su vida.

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