Testimonios de la vida después de la cárcel

Silvia es una mujer jalisciense que tras haber sufrido una condena presuntamente injusta ha retomado su vida libre en el estado, pero el juicio la persigue.

Becky Reynoso
Azteca Noticias Jalisco

Silvia, es un ejemplo de que las segundas oportunidades no existen para aquellos que salen de la cárcel, tras ser detenida en el 2012 en Tuxcueca, Jalisco, fue sentenciada a 6 años de cárcel: “a vece me dicen que los que salen de la cárcel nadie les garantiza que no sigan haciendo lo mismo”.

Jalisco no da cabida a la reinserción social

Pese a los juicios ella no pierde la fe: “le digo a Dios que por favor me dé una señal, una respuesta porque ya no las encuentro”.

Hace cuatro años vive en libertad, una libertad que pareciera más a un infierno: sin trabajo, señalada, así como afectada en su salud por los trastornos que le dejo estar en la cárcel.

“Soy epiléptica, no puedo estar bien, tengo trastorno de ánimo y tengo que tomar medicamentos y no tengo dinero ni mi mamá tampoco, y a veces los tengo que dejar de tomar y me vengo y me encierro aquí. Tengo ya tres intentos de suicidio y la doctora ya me ha explicado que no es que yo lo quiera es por mi trastorno”. Comentó acongojada Silvia.

Al ir a la cárcel dejó una familia atrás

Al momento de su detención dejó dos hijas, una de 11 años enferma y otra de 6 años, tras su encierro difícil ha sido recuperar el tiempo perdido con ellas.
Silvia dice que quiere limpiar su nombre, asegura que ella no cometió delito alguno pues solo aceptó un trabajo con una amiga, y por estar cerca de ella se le acusó de cómplice.

Al respecto, en una carta, su amiga la deslinda de cualquier responsabilidad: “te juro que nunca quise que pasara esto, que estuvieras en este lugar de verdad, yo nada más quise ayudarla porque sabía que necesitaba trabajar”. Se lee en la carta que mandó la amiga de Silvia a sus hijas.

Los años han pasado y Silvia ha tenido que seguir adelante, actualmente se ayuda haciendo manualidades y gelatinas mientras estudia derecho: “ahorita estoy estudiando para ser abogada, por dos razones, porque quiero limpiar mi nombre y porque yo sé que las personas pueden ser malas y no sabemos el porqué , no sabemos qué las orilló, no sabemos que pasa con ellas pero tienen derechos”.

Silvia confía que los seis años que pasó en la cárcel sirvan como experiencia para ayudar a otras mujeres, mientras intenta recuperar el tiempo perdido con sus hijas y luchar contra los prejuicios sociales.

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