Caminar por las calles empedradas de Tequila, Jalisco, es dejarse envolver por el aroma de agave cocido… pero también por el perfume irresistible de piloncillo, coco, leche y tamarindo. Aunque el nombre del pueblo evoca fiesta y copas levantadas, en cada rincón hay pequeños altares al azúcar que narran historias tan antiguas como las haciendas tequileras. En los portales, doñas con delantal ofrecen dulces que han pasado de generación en generación, envueltos en celofán y tradición.
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¿Qué dulces puedes encontrar en los portales de Tequila?
Uno de los más icónicos es el jamoncillo, hecho de leche, azúcar y nuez, que se deshace en la boca como un suspiro. También están los ate de guayaba y de membrillo, de textura firme y sabor profundo. Pero si hay uno que sorprende a todos los visitantes, es el cocado, elaborado con ralladura de coco caramelizada, que transporta a una cocina antigua con cazos de cobre hirviendo al fuego lento.
¿Cuál es el dulce más ligado a la identidad local?
Sin duda, el dulce de agave. Aprovechando la miel natural que queda tras la cocción del corazón del agave (piña), los artesanos preparan una especie de caramelo espeso, oscuro y dulzón, muy parecido a la miel de piloncillo. Es una verdadera joya de la gastronomía local que solo se encuentra en Tequila.
¿Dónde se pueden probar estos dulces?
En el mercado municipal, en tienditas familiares o incluso en tours de las fábricas de tequila. Algunos talleres permiten ver el proceso artesanal, donde las manos expertas siguen técnicas centenarias. Probar un dulce aquí es saborear la historia misma del pueblo.
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