Roma guarda un viejo secreto cada vez que un Papa muere o renuncia: los cardenales se aíslan completamente del mundo. En el cónclave 2025, al igual que desde hace siglos, estos hombres de sotana roja cruzarán las puertas de la Capilla Sixtina y quedarán incomunicados por completo. Sin teléfonos, sin internet, sin contacto con el exterior. Pero ¿por qué este ritual de aislamiento absoluto sigue vigente en plena era digital?
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¿Cuál es el origen de este aislamiento?
El término cónclave proviene del latín cum clave, que significa “con llave”. Desde el siglo XIII, tras el caos de largos periodos sin Papa, se decidió que los cardenales debían encerrarse bajo llave hasta elegir al sucesor de San Pedro. El objetivo era evitar presiones externas, manipulaciones políticas o retrasos interminables.
¿Qué implica estar “incomunicado” en 2025?
Durante el cónclave, los cardenales son privados de todo medio de comunicación. Sus teléfonos móviles, laptops, relojes inteligentes e incluso asistentes personales son retirados. Ningún mensaje entra, ningún pensamiento sale. Se alojan en la Domus Sanctae Marthae, dentro del Vaticano, bajo estricta vigilancia.
¿Por qué tanta rigidez en una elección espiritual?
La Iglesia considera que elegir al Papa debe ser un acto de discernimiento divino, no de política humana. La incomunicación garantiza un ambiente de reflexión, oración y libertad de voto. El Espíritu Santo, creen, necesita silencio para hablar.
¿Se ha roto este aislamiento alguna vez?
Sí, y ha causado escándalo. En 2005, se investigaron rumores de fugas de información. Desde entonces, las medidas se han endurecido. Hoy, el cónclave es una fortaleza espiritual y tecnológica.
¿Qué sucede cuando el mundo ve humo blanco?
Tras días de silencio, el humo blanco es más que una señal: es un suspiro del mundo. Sólo entonces, los cardenales regresan al presente... con un nuevo Papa.
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Este es el significado del humo negro y el blanco que sale desde la Capilla Sixtina durante el Cónclave