Cada 8 de septiembre, la Iglesia Católica honra a Santa Regina de Autun (Alesia), una joven pastora del siglo III que prefirió morir antes que renunciar a su fe. Su historia, llena de coraje y milagros, sigue inspirando a quienes buscan un ejemplo de fidelidad inquebrantable.
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¿Quién fue Santa Regina y de dónde surge su leyenda?
Regina nació en Alesia, en la antigua Galia, y quedó huérfana al nacer. Criada por una nodriza cristiana, fue bautizada en secreto, lo que sembró en ella una fe firme desde temprana edad. A los quince años, mientras apacentaba sus ovejas, rechazó renunciar a su fe o aceptar el matrimonio con un gobernador romano, actuando con una convicción que rozó lo heroico.
¿Qué ocurrió durante su martirio?
Tras negarse a sacrificar a los dioses paganos, fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada. En el momento de su muerte, se relata que una paloma blanca apareció, símbolo de consuelo divino y origen de varias conversiones entre los presentes. Su vida se convirtió en aventura espiritual y semilla de esperanza comunitaria.
¿Cómo se celebra su memoria hoy en día?
En el pueblo de Alise-Sainte-Reine, que creció alrededor de su tumba, aún se representa un misterioso teatro medieval en su honor. Esta tradición teatral más antigua de Francia, iniciada en el año 866, persiste hasta hoy como un tributo viviente. Además, sus reliquias reposan en la abadía de Flavigny-sur-Ozerain, veneradas cada 8 de septiembre durante una exposición solemne.
Su historia no es solo historia: es un puente entre la fe y el recuerdo, una chispa que ilumina el coraje juvenil y la fidelidad en tiempos oscuros. Al honrar el 8 de septiembre a Santa Regina, celebramos la luz que florece en la adversidad.
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