En cada templo donde se alza su imagen, con el pecho abierto y el corazón rodeado de espinas, los católicos celebran una devoción que no es solo tradición: es fuego espiritual. Este año, como cada viernes posterior al segundo domingo de Pentecostés, cae el 27 de junio, y la Iglesia dedica el día al Sagrado Corazón de Jesús, una de las representaciones más poderosas del amor divino. ¿Pero de dónde nace esta devoción tan intensa?
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¿Qué historia esconde el Sagrado Corazón de Jesús?
La devoción comenzó con las visiones de Santa Margarita María de Alacoque, en el siglo XVII, en Francia. Ella relató cómo Jesús le mostró su corazón, encendido en amor por la humanidad, pero herido por la indiferencia de muchos. En una de esas visiones, Jesús le pidió que se instaurara una fiesta en honor a su corazón, como reparación y como acto de confianza total en Él.
¿Por qué se celebra justo este día?
La fecha no es aleatoria. El calendario litúrgico ubica esta solemnidad el viernes posterior al Corpus Christi, lo que vincula el Sagrado Corazón con la Eucaristía. Es una forma de recordar que ese corazón sigue latiendo en cada misa, en cada altar, en cada acto de fe.
¿Cómo se vive esta celebración en la actualidad?
Hoy, millones de fieles acuden a misas solemnes, hacen consagraciones personales y familiares, y adornan altares con flores rojas. La devoción sigue viva, ardiente, como el fuego que brota del corazón de Jesús. Porque creer en su corazón es creer en un amor que no se apaga jamás.
Un corazón traspasado, sí. Pero también un corazón abierto para todos.
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¡El Sagrado Corazón de Jesús le habría salvado la vida a una devota!
