El muralismo mexicano es celebrado como uno de los períodos más gloriosos del arte nacional. Se habla mucho de Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, “los tres grandes”, de sus murales monumentales, su legado político y artístico… pero muy poco se comenta sobre los obstáculos que impusieron a otras voces poderosas -sí, las muralistas- como María Izquierdo y Leonora Carrington.
¿Qué pasó con María Izquierdo y su comisión de mural?
En 1945, Izquierdo recibió un encargo oficial para pintar un mural en las escaleras del Palacio del Ayuntamiento de la Ciudad de México. Su proyecto estaba diseñado, ya tenía cuatro bocetos preparados, temática histórica y artístico, con mujeres como figuras centrales. Pero el contrato fue revocado... Rivera y Siqueiros argumentaron que no tenía la experiencia técnica necesaria.
María Izquierdo denunció que esa razón escondía discriminación de género. Como respuesta creó dos pinturas de gran formato, La música y La tragedia, como prueba de su capacidad.
¿Y qué hay de Leonora Carrington? ¿Fue excluida también?
Sí, aunque menos documentado con pruebas tan detalladas -como en el caso de Izquierdo. Se sabe que Leonora Carrington presentó un boceto para un mural del área de oncología en el Centro Médico Nacional, pero finalmente fue rechazado en favor de la propuesta de Siqueiros. Además, Carrington y Remedios Varo enfrentaron barreras para exponer en galerías frecuentadas por los muralistas dominantes.
¿Hubo realmente un “monopolio” muralista y vetos sistemáticos?
Los registros muestran que María Izquierdo denunció públicamente lo que llamó el “monopolio” de los grandes muralistas, no sólo vetando su mural sino controlando qué artistas emergentes podían participar y qué temas eran aceptables. Sin embargo, algunas afirmaciones como “ellos dijeron que ella ya no tenía capacidad física” o que “eran todos ególatras que hablaban mal unos de otros” son más bien recuerdos orales o interpretaciones modernas, no siempre verificadas con documentos.
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