A pocos días del 12 de diciembre, el fervor por la Virgen de Guadalupe inunda México, pero detrás de la fe y las peregrinaciones se esconde una de las historias más debatidas y fascinantes de la Conquista: el misterioso vínculo entre la "Morenita del Tepeyac" y la diosa prehispánica Tonantzin. Esta conexión no es una simple coincidencia, sino un choque cultural que marcó el nacimiento del México moderno.
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¿Quién era Tonantzin y dónde se le rendía culto?
Tonantzin es una figura central en la cosmogonía azteca —es la diosa de la fertilidad y la madre tierra— y se le rendía culto en el mismo lugar donde, 300 años después, apareció la Virgen de Guadalupe: el Cerro del Tepeyac. Y este sitio era un importante centro de peregrinación y veneración prehispánica. Los historiadores señalan que la elección del cerro, para la aparición mariana, fue estratégica.
¿Cuál es la relación histórica entre la Virgen de Guadalupe y Tonantzin?
La polémica no es religiosa, sino histórica y cultural. La teoría más aceptada del sincretismo argumenta que los frailes franciscanos, al inicio de la Conquista, notaron que los indígenas no dejaron de peregrinar al Tepeyac. Para facilitar la evangelización, sustituyeron la imagen de la deidad prehispánica por la de la Virgen María.
El mensaje de "la virgen" (Madre de Dios, portadora de consuelo) era fácilmente asimilable al rol de la diosa Tonantzin (Madre Tierra, proveedora). La Virgen de Guadalupe se convirtió en una "versión cristiana" que permitía a los indígenas continuar con su práctica de culto en el mismo lugar sagrado, pero bajo un nuevo nombre. Además, documentos históricos sugieren que los indígenas, al referirse a la nueva deidad, simplemente la llamaban Tonantzin en su lengua, a pesar de que los españoles la nombraban como "Nuestra Señora de Guadalupe".
¿Por qué este debate genera polémica en la fe católica?
Aunque la Iglesia Católica respeta y celebra a la Virgen de Guadalupe como una aparición milagrosa, la discusión histórica sobre el sincretismo es constante. Para los historiadores y antropólogos, es la prueba de la habilidad cultural indígena para preservar sus tradiciones bajo un "nuevo disfraz".
La controversia radica en que esta teoría pone la aparición en un contexto de estrategia de evangelización y no únicamente como un evento milagroso, lo que no resta valor a la fe, pero sí ofrece una perspectiva más compleja sobre el nacimiento del guadalupanismo como fenómeno nacional —y hasta internacional.
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