Parecen ovnis, pero son nubes lenticulares: así se forman estas postales del cielo
A veces rosadas, a veces plateadas, como si el cielo jugara a disfrazarse de ciencia ficción, así son las nubes lenticulares, formaciones que aparecen sobre volcanes y montañas
En algunas tardes, cuando el viento baja de la montaña y el sol pinta el cielo de tonos rojizos, aparecen. Son grandes, inmóviles, con forma de plato o de lenteja. Para quien no las ha visto antes, pueden parecer naves espaciales, pero no son otra cosa que nubes lenticulares, un fenómeno tan bello como común en zonas montañosas.
Según el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, estas nubes surgen cuando una corriente de aire choca contra una montaña y sube. Si se enfría lo suficiente, el vapor de agua se condensa y da lugar a esta nube que no se mueve, aunque el viento sí lo haga.
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¿Por qué las nubes lenticulares nunca se van?
A diferencia de las demás, las nubes lenticulares no viajan por el cielo. Parecen detenidas, pero están en constante cambio: el aire sigue subiendo, se condensa y forma nuevas gotas, mientras las anteriores desaparecen. Es como si nacieran y murieran a cada segundo, sin que lo notemos.
Pueden formarse en capas, una encima de otra, como si el cielo hubiera apilado sombreros. Se han visto sobre volcanes como el Popocatépetl y montañas como el Monte Fuji, y cuando el atardecer les da de lleno, toman tonos rosados, naranjas o rojos que convierten cualquier paisaje en un recuerdo inolvidable.
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¿Cómo se vuelve visible el viento?
Las nubes lenticulares nos hablan del clima, del relieve y del aire que no vemos. Son un recordatorio de que el cielo también tiene su manera de expresarse, de regalarnos formas que parecen de otro mundo, pero que nacen aquí, muy cerca de nosotros.
La próxima vez que veas una nube con forma de platillo, no te confundas: no es ciencia ficción, es la ciencia de siempre… sólo que más bonita.