El country siempre lo asociamos con señores blancos de sombrero, botas y guitarra en mano, pero la historia real del género es mucho más rica y diversa de lo que parece. Detrás de esas melodías que hoy suenan tan gringas hay una herencia afroamericana y africana que fue crucial para su nacimiento.
¿Cuál es el origen afro del country?
El banjo, símbolo del country, en realidad llegó desde África occidental gracias a las comunidades esclavizadas que lo usaron para mantener viva su música durante generaciones. Más tarde, los blues pusieron la base armónica y emocional de lo que después sería el country: estructuras repetitivas, rasgueos y letras que hablaban del día a día.
Además, los work songs y los espirituales negros también influyeron directamente, mezclándose con baladas celtas y cantos rurales del sur de Estados Unidos.
¿Qué músicos afro dejaron huella en el country?
Muchos pioneros blancos del country aprendieron directamente de músicos negros. Leslie Riddle enseñó melodías a A. P. Carter, pieza clave de la Carter Family. Hank Williams recibió enseñanzas de Rufus T. Tott, y hasta clásicos de Johnny Cash como Rock Island Line vienen de canciones creadas por presos afroamericanos en campos de trabajo.
¿Cómo influyó el racismo en la apropiación del género?
Aunque el aporte de la comunidad negra fue innegable, muchas veces se disfrazó. Los minstrel shows, espectáculos racistas en los que actores blancos se pintaban la cara de negro (blackface), popularizaron la música afro sin dar crédito a quienes la habían creado. Fue así como el country se “blanqueó” ante el público.
El resultado de toda esta mezcla cultural entre afroamericanos, europeos e indígenas fue el nacimiento del country tal y como lo conocemos: un género mestizo que, aunque lo quieran vestir de vaquero blanco, tiene raíces profundas y africanas.
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