David González, un joven tapatío, falleció, dejando un legado de inspiración y superación. Nació con el síndrome de Miller, presentando cuatro dedos en cada mano y pie, problemas de audición y visión, y un brazo derecho corto y curvo. A pesar de estas circunstancias. Desde los cuatro años, se dedicó al piano y a la música, convirtiéndose en pianista y compositor. Además de su carrera musical, fue conferencista, motivando a personas en México y en el extranjero. Sus padres y sus hermanas lo recuerdan con orgullo, destacando su ejemplo de que las limitaciones están en la mente y que con amor y decisión se pueden lograr los sueños.
Con información de: Becky Reynoso
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