El finiquito y la liquidación son conceptos distintos dentro de la legislación laboral mexicana, aunque ambos se relacionan con la terminación de una relación de trabajo. La diferencia principal radica en cuándo aplican y en los conceptos que incluyen.
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El finiquito corresponde al pago de las prestaciones y salarios ya generados por el trabajador al momento de concluir la relación laboral. Este pago aplica en todos los casos, ya sea por renuncia voluntaria, despido justificado o término de contrato. Incluye el salario pendiente de pago, la parte proporcional de aguinaldo, las vacaciones no gozadas y la prima vacacional correspondiente.
La liquidación, en cambio, solo procede cuando el trabajador es despedido sin una causa legal justificada. Este pago incluye el finiquito y, además, una indemnización adicional. Entre sus conceptos se encuentran la indemnización constitucional equivalente a 90 días de salario integrado y, en ciertos casos, la prima de antigüedad, calculada en 12 días de salario por cada año trabajado.
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En términos generales, si el trabajador renuncia o su contrato concluye de manera regular, únicamente tiene derecho al finiquito. Si el despido es injustificado, el empleador debe cubrir tanto el finiquito como la liquidación, al incluir esta última la indemnización prevista por la ley.