Cada vez que interactúas con un asistente de IA como ChatGPT, tus palabras reciben una influencia sutil pero persistente. Personas que redactan mensajes, podcasts o textos cotidianos empiezan a replicar las expresiones que escuchan de estos modelos. Palabras como “ahondar”, “meticuloso”, “underscore” se filtran en el habla diaria, marcando una evolución silenciosa en cómo nos comunicamos.
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¿Por qué adoptamos el lenguaje de la IA como propio?
Cuando escuchamos o usamos esas palabras, percibimos un tono más formal y sofisticado… casi profesional. Esa uniformidad lingüística, aunque parezca elegante, puede empobrecer nuestra diversidad expresiva. La influencia de la IA puede generar un bucle de retroalimentación, donde el lenguaje humano imita a la IA, y luego la IA se reentrena con ese lenguaje ya uniformado.
¿Cómo están cambiando nuestras relaciones y emociones?
No solo hablamos diferente: sentimos diferente. Muchas personas, especialmente jóvenes, desarrollan vínculos emocionales con estas IAs. Eso puede ser reconfortante, pero hay riesgos reales si elige sustituir la conexión humana. Al mismo tiempo, en entornos profesionales, la dependencia de chatbots para redactar correos o mensajes puede socavar la voz auténtica y personal.
En definitiva, esta historia muestra cómo la IA no solo responde, también resuena en nuestro lenguaje y nuestras emociones. ¿Quieres recuperar tu voz auténtica o seguir afinandola con ayuda digital? La elección está en tus palabras.
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