¡Adiós al rojo manchado! Los trucos infalible para limpiar tus refractarios de plástico
¿Tus refractarios favoritos quedaron teñidos de salsa o chile? No los deseches aún. Aquí te contamos el secreto mejor guardado para dejarlos como nuevos, sin frotar hasta el cansancio.
La escena es conocida: cocinas un delicioso guiso con jitomate, chile guajillo o adobo, lo guardas en tu refractario de plástico y al día siguiente… ¡sorpresa! El recipiente está teñido de un rojo imposible de quitar. Lo lavas, tallas, incluso lo metes al lavavajillas, pero la mancha persiste como si fuera parte del diseño. Tranquilo, no estás solo. Este problema tiene solución y no requiere productos costosos ni magia. Solo necesitas algunos ingredientes comunes y un poco de paciencia.
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¿Qué causa las manchas imposibles en los refractarios?
La clave está en los aceites naturales de los chiles y jitomates, que al calentarse sueltan un pigmento que penetra el plástico poroso. Este tipo de material “absorbe” los colores intensos, sobre todo si se calienta en microondas. Por eso, ni con jabón ni con estropajo salen fácilmente. Pero no hay por qué rendirse, el truco está en usar lo contrario: el sol y el bicarbonato.
¿Cuál es el método casero más efectivo?
Después de lavar el refractario con agua caliente y jabón, mezcla bicarbonato de sodio con agua oxigenada hasta formar una pasta espesa. Cubre bien el área manchada, colócala al sol y déjala reposar al menos unas 4 a 6 horas. La luz solar activa el poder blanqueador del peróxido, mientras el bicarbonato actúa como desengrasante. Luego enjuaga y sorpréndete: ¡la mancha desaparece casi por arte de magia!
¿Y si no tengo agua oxigenada a la mano?
No te preocupes. Otro remedio efectivo es rellenar el refractario con agua caliente y vinagre blanco, y añadir un poco de detergente. Déjalo reposar toda la noche. A la mañana siguiente, enjuaga bien y ponlo un par de horas al sol. El sol vuelve a ser el aliado secreto para blanquear el plástico naturalmente.
Así que ya lo sabes: tus refractarios manchados tienen solución. Solo hace falta un poco de ciencia de cocina… y la luz del sol.
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