En un mundo obsesionado con medir la inteligencia, un informe reciente ha causado revuelo: un estudio elaborado por investigadores internacionales clasificó los promedios de IQ (coeficiente intelectual) por país y grupo social, revelando cuáles personas, en promedio, obtuvieron las calificaciones más bajas. Más allá de los números, la publicación ha desatado una ola de críticas, acusaciones de sesgo y encendidos debates sobre racismo, contexto cultural y justicia social. Pero ¿qué dice realmente el estudio?
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¿Qué grupo obtuvo el IQ más bajo según el estudio?
Los datos provienen de una recopilación global de pruebas estandarizadas realizadas en más de 100 países. Según el reporte, el país con el promedio de IQ más bajo fue Sierra Leona, con una media de 62 puntos. Le siguen naciones como Guinea, Mozambique y Liberia, todas con promedios por debajo de los 70. Sin embargo, los propios autores advierten que las cifras no deben leerse sin contexto. Factores como acceso a la educación, nutrición, estabilidad política y hasta traducción adecuada de los tests influyen directamente en los resultados.
¿Qué tan confiables son estos resultados?
Aquí comienza el debate. Aunque el estudio utilizó herramientas validadas internacionalmente, el IQ no es una medida absoluta de inteligencia. Expertos en psicología y antropología critican que estos tests reflejan más la exposición cultural que la capacidad cognitiva real. En comunidades donde el sistema educativo es limitado o el idioma del test no es el nativo, los resultados tienden a ser más bajos.
¿Qué hay detrás de la polémica?
La publicación generó una intensa conversación en redes sociales. Algunos la consideran útil para visibilizar desigualdades, mientras que otros la tachan de discriminatoria y reduccionista. Al final, lo que queda claro es que la inteligencia no se resume a un número, y que comparar culturas tan distintas bajo un mismo parámetro puede decir más sobre quien evalúa que sobre quien es evaluado.
¿IQ bajo? Quizá. ¿Contexto ignorado? Sin duda.
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