Durante una maratón local, una pareja de corredores se convirtió en héroes inesperados cuando, al pasar por un tramo lleno de polvo y sol, avistaron a una perrita callejera desorientada. Sin pensarlo, detuvieron sus pasos, hicieron una pausa y se arrodillaron junto a ella, cuidándola, consolándola y rescatándola del asfalto ardiente.
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¿Cómo comenzó este rescate en plena carrera?
Alrededor del kilómetro 15, los atletas notaron una silueta pequeña temblando al costado del camino. Ella estaba sola, visiblemente agotada, y con los ladridos más suaves pidiendo ayuda. Fue entonces que la pareja redujo el ritmo y se acercó con agua y cariño, logrando que la perrita se calmara y los siguiera de forma confiada.
¿Qué hicieron con la perrita después de detenerse?
La conmovedora escena se extendió por más de diez minutos mientras esperaban el apoyo de la organización de la carrera. Ella continuó asegurándose de que la perrita estuviera segura – hidratándola y limpiándole las patitas lastimadas – hasta que el personal médico llegó. En ese momento, caminando juntos, llegaron al puesto de atención, donde aseguraron que recibiera primeros auxilios inmediatos.
@acostafrancia Fuimos a correr el #MedioMaratonZapopan y ¡rescatamos una perrita! 💕🐾¡Ayúdanos a compartir! Para encontrar a sus dueños 🙏🏻 #fy #running #fyp #rescateanimal #zapopan #gdl #perros ♬ original sound - Headbangers Dan
¿Cuál fue el final de esta historia de solidaridad?
Aunque no participaron en la ceremonia de premiación, cruzaron la meta con una sonrisa de satisfacción y rescate logrado. Al día siguiente, publicaron en redes la foto de la perrita en un refugio, con el mensaje: “Está a salvo y recibe toda la ayuda veterinaria”. La reacción fue inmediata: cientos de personas comentaron agradecidas y conmovidas, celebrando su acto de amor desinteresado.
Este gesto recuerda otras historias de corazones en movimiento, como la de Dion Leonard y su perrita Gobi, que corrieron más de 124 km juntos antes de que él la adoptara, y la de Arthur, que siguió a su equipo en Ecuador hasta encontrar un hogar sueco.
En cada zancada y en cada gesto, la compasión puede más que el cronómetro. Este par de maratonistas no solo completaron un tramo, sino que dejaron una huella imborrable: salvar una vida.
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