¿Y si el camarón te traiciona? Lo que debes saber sobre las alergias repentinas al marisco

Imagina esto: es sábado por la tarde, estás en una marisquería con amigos, pides tus camarones empanizados de siempre y los disfrutas sin sospechar nada. Pero esa noche, te despiertas con picazón intensa, hinchazón en los labios y dificultad para respirar. Corres al hospital, y el diagnóstico te deja helado: alergia al camarón, una que nunca habías tenido. ¿Cómo puede ser? Si toda tu vida lo comiste sin problemas, ¿por qué ahora te ataca como si fueras un enemigo?

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Aunque parezca inverosímil, sí, puedes volverte alérgico al camarón de un día para otro. No se trata de una exageración: el sistema inmunológico puede cambiar con el tiempo, y lo que antes tolerabas, ahora lo ve como una amenaza. Esto puede deberse a una exposición excesiva, un cambio hormonal, o incluso un episodio viral reciente que alteró tus defensas.

El camarón, como otros mariscos, contiene tropomiosina, una proteína altamente alergénica. Al cuerpo le cuesta ignorarla cuando decide que ya no es bienvenida. A veces, basta con una sola exposición para desencadenar una reacción severa, especialmente si hay antecedentes familiares o asma. Incluso si lo comías antes sin problema, el cuerpo puede decidir “ya no más”.

Primero: no lo ignores. Consulta a un alergólogo y solicita una prueba de sensibilidad. Mientras tanto, evita todo tipo de mariscos, ya que las reacciones pueden ser peores con cada exposición. Tener un plan de acción —incluyendo un autoinyector de epinefrina— puede salvarte la vida.

Sí, el camarón puede traicionarte… y no da segundas oportunidades.

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