En plena era del hamparte y el marketing basado en polémica, Sydney Sweeney -actriz revelación de ‘Euphoria’- ha llevado el fanatismo a otro nivel: anunció el lanzamiento de un jabón de baño elaborado con el agua que usó en su bañera. Sí, literalmente su “baño de celebridad” convertido en producto, con aroma a polémica incluida. La jugada, cargada de cosificación y estrategia viral, revive debates sobre empoderamiento, fetichización y consumo absurdo.
La edición limitada de este “jabón íntimo” forma parte de una colaboración con la marca de Harry Styles, lo que suma a la discusión: ¿es una parodia del marketing celebrity o sólo otra forma de capitalizar el culto a la fama? -sí, lea bien “culto”.
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¿Qué otros famosos han vendido productos extraños?
¡Nada innovador! Sydney no es la primera en jugar con los límites. Gwyneth Paltrow vendió velas con olor a su vagina, Madonna ofreció agua bendita con perfume y Grimes ha comercializado mechones de su cabello. La lista de productos inútiles (o directamente ridículos) crece y, en muchos casos, se agotan en minutos. Al parecer, el culto al famoso trasciende lo racional.
¿Lo que hizo Sydney Sweeney es empoderamiento o explotación del fanatismo?
Algunos lo ven como “empoderamiento millennial”: celebridades que monetizan su imagen sin dependerse de papeles o contratos. Otros lo critican como una forma de fetichizar la intimidad, alimentando un mercado de obsesión. En el caso de Sweeney, su ruptura reciente con su ex prometido -Jonathan Davino- ha encendido aún más la narrativa pública de que -a alguien- le rugen las tripas y ya no sabe como monetizar su vida.
¿Es acaso que el mundo artístico está muriendo? Sea como sea, el jabón ya está a la venta… y se agota.
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