Amatitán es un lugar cargado de historia. Los primeros pobladores eran descendientes de los aztecas, quienes disputaron estas tierras con otros grupos indígenas.
Muchos de ellos se concentraron en el cerro del Chiquihuitillo, pero el cacique Teochican logró expulsarlos casi por completo tras una serie de enfrentamientos. En ese tiempo, Amatitán formaba parte del señorío de Etzatlán.
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En 1530, Cristóbal de Oñate llegó a la región acompañado por frailes franciscanos, entre ellos Fray Juan Calero, también conocido como Fray Juan de la Esperanza o del Espíritu Santo. Sin embargo, la resistencia indígena era fuerte.
Durante la llamada Guerra del Mixtón, el 5 de julio de 1541, Fray Juan fue asesinado por los indígenas en la sierra entre Ameca y Etzatlán. A pesar de los esfuerzos de los españoles, la rebelión continuó hasta que el virrey Antonio de Mendoza encabezó una campaña militar desde Tequila para someter a los rebeldes liderados por Diego Zacatecas y Edith Padilla Ortiz.
¿Cómo se forjó Amatitán?
La conformación inicial de Amatitán incluyó 15 familias indígenas, 5 peninsulares, 2 religiosos y varios mexicas que hablaban distintas lenguas. Según la Cédula Real, el pueblo dependía administrativamente de Tequila. Las primeras medidas del asentamiento se dieron desde el centro hacia los cuatro puntos cardinales: 22 varas al oriente, 12 al poniente, 8 al norte y 22 al sur, para delimitar y organizar el territorio.
Antes de consolidarse como municipio, Amatitán pertenecía al departamento de Tequila, dentro del cantón de Ahualulco. Fue hasta el 13 de marzo de 1837 cuando, oficialmente, se erigió como municipio propio.
Hoy, Amatitán no solo guarda su pasado entre documentos y leyendas: su historia sigue viva en cada rincón, marcada por los hechos que moldearon su identidad.
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