El panorama político en América comienza a mostrar señales de un giro contundente. Desde Washington, el discurso ha cambiado y el mensaje apunta a una redefinición clara de alianzas, compromisos y responsabilidades dentro del continente.
En este nuevo contexto, la diplomacia estadounidense ha dejado entrever que ya no hay espacio para interpretaciones ambiguas. La región enfrenta una lectura más directa, donde las posturas políticas, los valores democráticos y la cooperación internacional se convierten en factores determinantes.
México aparece en este escenario como un actor observado con atención. Sin anuncios oficiales de sanciones o rupturas, el país se ubica dentro de una lista de naciones cuya relación con Estados Unidos será evaluada bajo nuevos criterios políticos y estratégicos.
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