En Lagos de Moreno, uno de los pueblos con más sabor y tradición de Los Altos de Jalisco, existe un ritual que empieza antes de las ocho de la mañana. Mientras el campo aún huele a tierra mojada, hombres y mujeres se reúnen en los establos o patios traseros. Allí, frente a una vaca recién ordeñada, nace el pajarete: una bebida que combina leche bronca (recién salida de la vaca), chocolate en polvo, azúcar, canela y un buen trago de alcohol de caña o aguardiente. Todo esto, servido directamente en un vaso al momento, sin pasar por cocción ni enfriado.
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¿Quién lo toma y cómo se vive esta tradición?
El pajarete no es una moda, es una costumbre heredada por generaciones, muy común entre ganaderos, campesinos y gente del campo. Pero también, cada vez más, jóvenes y turistas curiosos se animan a probarlo, desafiando su paladar y abrazando la cultura alteña. Se toma de pie, junto al ordeñador, entre risas, anécdotas y el vapor tibio de la mañana. La mezcla de calor, dulzura y alcohol crea una sensación única: un “desayuno líquido” que despierta el cuerpo y el alma.
¿Dónde y cuándo se puede probar un buen pajarete?
Aunque no hay un lugar fijo como cafetería, basta con preguntar a cualquier lugareño y seguro te dirigirán al rancho o casa donde “sí hay pajarete bueno”. Eso sí, hay que ir temprano, porque es una bebida matutina, ligada al ordeño diario. No esperes encontrarlo después del mediodía. Es una experiencia viva, y como toda buena tradición, hay que saborearla en su contexto, con respeto y emoción.
¿Qué simboliza el pajarete para Lagos de Moreno?
Más que una bebida, el pajarete es identidad, comunidad y raíz. Une a la gente, celebra la abundancia del campo y da testimonio de una forma de vida donde lo natural, lo rudo y lo festivo conviven en equilibrio. En cada sorbo hay historia, en cada vaso hay legado. Y aunque a algunos les asuste, quien lo prueba con el corazón abierto, no lo olvida jamás.
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