Se dice que fue el adorno de guerra del gran emperador mexica. Brillaba con plumas de quetzal, oro y piedras preciosas, como símbolo del poder divino. Hoy, ese legendario penacho no reposa en un museo mexicano, sino a más de 9,500 kilómetros de Tenochtitlán, en una vitrina en Viena. ¿Cómo llegó hasta allá? ¿Es realmente el original? La historia detrás del penacho de Moctezuma es tan fascinante como enigmática, tejida entre la conquista, el saqueo europeo y el debate moderno por su restitución.
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¿Cómo llegó el penacho hasta Europa?
La leyenda dice que Hernán Cortés lo envió como regalo al emperador Carlos V, junto con otros tesoros mexicas. Sin embargo, los documentos no lo mencionan con claridad. El penacho desaparece del registro por siglos, hasta que en el siglo XIX aparece, casi por arte de magia, en el Museo de Etnología de Viena. Según estudios, el objeto es extremadamente frágil, hecho con más de 400 plumas verdes de quetzal y adornos de oro, unidos por técnicas artesanales hoy perdidas. No podría ser transportado sin dañarlo.
¿Es ese el verdadero penacho de Moctezuma?
Los especialistas aún debaten. Algunos afirman que no hay pruebas concluyentes que lo liguen a Moctezuma, ni siquiera que fuera un penacho ceremonial. Podría ser un tocado sacerdotal, o incluso un objeto de uso ritual. Aun así, su valor simbólico para México es incalculable: representa la dignidad arrebatada durante la Conquista. El gobierno mexicano ha intentado repatriarlo desde hace décadas, pero Austria se niega, argumentando su fragilidad.
¿Volverá algún día a México?
En 2021, durante los 500 años de la caída de Tenochtitlán, se intentó un préstamo simbólico del penacho, pero nuevamente fue rechazado. El pueblo mexicano sigue viendo este artefacto como un emblema de identidad. No se trata solo de un objeto, sino de una herida abierta en la historia. Mientras tanto, el penacho sigue en Viena, bajo luces frías, lejos del sol que lo vio brillar por primera vez.
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