Corría el año 1563 cuando el capitán Hernando Martel, un soldado español al servicio de la Corona, fue comisionado para fundar una villa en las tierras altas del norte de lo que hoy es Jalisco. Esta región, habitada por pueblos chichimecas, era estratégica para conectar el Bajío con los nuevos centros mineros. Con la espada en una mano y la cruz en la otra, Martel fundó “Villa de Santa María de los Lagos”, bajo la encomienda de pacificar el territorio y expandir el cristianismo.
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¿Quién fue Hernando Martel y por qué eligió este lugar?
Martel, veterano de guerras y expediciones, recibió tierras como recompensa por sus servicios. El sitio elegido, al margen del río Lagos, ofrecía agua abundante, suelos fértiles y una posición ideal para el comercio y el control militar. El capitán no sólo fundó una villa: erigió iglesias, trazó calles y asentó familias españolas e indígenas cristianizadas. Su visión dio forma al corazón de lo que hoy conocemos como Lagos de Moreno.
¿Qué papel jugó la religión en la fundación?
Desde el inicio, la fe católica fue columna vertebral del nuevo asentamiento. La villa fue dedicada a Santa María, y pronto se levantaron templos y misiones franciscanas. La religión no sólo organizaba la vida espiritual, sino también la política y la educación del naciente poblado.
¿Por qué cambió su nombre a Lagos de Moreno?
En el siglo XIX, la villa fue rebautizada como Lagos de Moreno en honor a Pedro Moreno, insurgente local que luchó por la independencia de México. Así, el legado fundacional de Martel se entrelazó con la gesta libertaria, haciendo de este pueblo un símbolo de origen y resistencia.
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