A simple vista, parece solo un labial rojo. Pero el carmín que lo tiñe tiene una historia tan intensa como su color. Antes de que llegara a tu boca o a una pasarela de moda, este pigmento pasó por rituales sagrados, secretos coloniales y una criatura casi invisible: la cochinilla.
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¿Qué es el rojo carmín y de dónde proviene?
Mucho antes de la industria cosmética, el rojo más usado por los humanos se extraía de hematita, una piedra que al oxidarse se volvía marrón. No fue hasta que los españoles llegaron a México que descubrieron un rojo mucho más brillante, usado por los aztecas en sus telas, arte y ceremonias. ¿La fuente? Un insecto parásito que vive en los nopales y que, al secarse y triturarse, libera un pigmento rojo conocido como ácido carmínico.
¿Por qué fue un secreto tan importante para España?
Durante siglos, Europa mantuvo el origen del carmín en secreto. Se pensaba que provenía de una flor, de una semilla rara o incluso de piedras preciosas. Pero no. El color que fascinó a cortes reales y diseñadores nació de un insecto diminuto, cuya “sangre” se volvió sinónimo de lujo, arte y poder.
Hoy, el carmín sigue presente en labiales, ropa, pinturas e incluso alimentos. Es uno de los pocos colores capaces de cruzar el tiempo, de rituales antiguos al maquillaje moderno. Y sí, una sola gota basta para teñir siglos enteros.
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