Las infiltraciones médicas, como las de corticoides o anestésicos, se utilizan comúnmente en el deporte para aliviar el dolor de lesiones. Sin embargo, en el boxeo su uso puede ser un arma de doble filo. Aunque permiten seguir entrenando o compitiendo, el dolor enmascarado no significa que la lesión esté realmente curada.

Debilita tejidos y retrasa la recuperación

Uno de los mayores riesgos de las infiltraciones es el debilitamiento de músculos, tendones y ligamentos. Esto puede causar lesiones más graves si el boxeador vuelve demasiado pronto a entrenamientos intensos o a combates. Además, confiar únicamente en este procedimiento retrasa la rehabilitación adecuada.

Efectos secundarios y riesgos de abuso

El uso repetido de infiltraciones puede generar problemas sistémicos como alteraciones hormonales, inflamación o inmunosupresión. También existe el riesgo de infecciones en la zona de aplicación. Por estas razones, los especialistas recomiendan usar estas técnicas solo bajo estricta supervisión médica y como último recurso.

Aunque las infiltraciones pueden aliviar temporalmente el dolor, no sustituyen la recuperación completa y pueden comprometer la carrera de un boxeador si se usan de forma indiscriminada.

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