A pesar del avance tecnológico y del dominio de productos electrónicos, los juguetes de madera siguen ocupando un espacio especial entre los puestos de tianguis y mercados navideños. Trompos, baleros, yoyos y carritos artesanales continúan apareciendo cada año, recordando a los compradores una época en la que el juego se vivía sin pantallas.
Comerciantes reconocen que las ventas han disminuido en comparación con años anteriores, aunque aún hay clientes que buscan estas piezas por tradición. Los precios varían según el tamaño, desde 30 hasta 120 pesos.
Artesanos y comerciantes coinciden en que estos juguetes mantienen un valor cultural importante. Para muchos padres y abuelos, comprarlos es una forma de transmitir las tradiciones con las que crecieron, además de apostar por artículos duraderos y hechos a mano.
Con información de: Antonio Sánchez
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