Hablar de alopecia va mucho más allá de la caída del cabello. Según la terapeuta ocupacional Gladys Samanda Fonseca, existen “retos invisibles” que impactan la autoestima, las relaciones y hasta la vida profesional de quienes la padecen. Detrás de cada mechón perdido hay una historia de lucha interna, paciencia y resignificación personal.
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¿Cuáles son los desafíos emocionales más profundos de la alopecia?
El primero aparece frente al espejo. Fonseca explica que muchas personas desarrollan una tensión diaria al enfrentarse a su reflejo, un proceso que desgasta emocionalmente y puede derivar en inseguridad. Recuperar la calma frente al espejo —menciona la terapeuta— es uno de los pasos más difíciles, pero también de los más liberadores.
En el plano social, el aislamiento suele pasar desapercibido. Las miradas o comentarios provocan que muchos eviten reuniones o fotos, lo que termina afectando su vida cotidiana. En lo laboral, la terapeuta señala que la pérdida de cabello puede erosionar la confianza, sobre todo en entornos donde la imagen cuenta más de lo que debería.
¿Por qué hablar de alopecia desde una visión integral?
Gladys Samanda Fonseca subraya que el verdadero tratamiento no está solo en recuperar el cabello, sino en sanar la relación con uno mismo. La paciencia es clave: los avances se miden en logros pequeños, como volver a salir con seguridad o aceptar una fotografía.
Su visión propone una transformación más humana, entender que detrás de la alopecia hay una historia de resiliencia y aprendizaje. Porque, como afirma Fonseca, “el éxito no está en que vuelva el cabello, sino en que vuelva la tranquilidad de ocupar tu propio lugar en el mundo”.
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Sí, también nos pasa a nosotras: Alopecia en mujeres
