La prevención del cáncer de mama es un desafío de salud pública que va más allá de campañas anuales o revisiones médicas ocasionales. De acuerdo con Monserrat Rodríguez León, directora de la carrera de Ciencias de la Nutrición de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), esta enfermedad no aparece de manera repentina, sino que se desarrolla a partir de una combinación de factores genéticos, hormonales y, de forma muy relevante, del estilo de vida.
Si bien no existe una fórmula que garantice evitar el cáncer de mama al cien por ciento, la evidencia científica demuestra que adoptar hábitos saludables puede disminuir de manera significativa el riesgo. Organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer estiman que hasta un tercio de los casos podrían prevenirse mediante cambios en la alimentación, reducción de grasa corporal y aumento de la actividad física.
¿Qué hábitos diarios influyen en la prevención del cáncer de mama?
La investigación ha identificado factores de riesgo claramente asociados, entre ellos la obesidad, el sedentarismo, el consumo elevado de grasas saturadas, azúcares y alcohol. Para Monserrat Rodríguez León estas condiciones favorecen procesos inflamatorios, alteraciones hormonales y desequilibrios metabólicos que generan un entorno propicio para el desarrollo de tumores malignos.
Desde la nutrición, la prevención ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una necesidad. Iniciar con ajustes pequeños puede tener un impacto relevante. Incrementar el consumo de fibra a través de verduras, así como de antioxidantes presentes en frutos rojos, ayuda a regular hormonas, disminuir inflamación celular y neutralizar radicales libres que dañan los tejidos.
La especialista afirma que octubre suele ser un mes de mayor concientización, la alimentación equilibrada debe mantenerse durante todo el año. Integrar frutas, vegetales, leguminosas y cereales integrales como arroz y pasta aporta beneficios constantes. Más allá de la báscula, lo importante es reducir grasa corporal, ya que el exceso de tejido adiposo incrementa los niveles de estrógenos, asociados con mayor riesgo de cáncer de mama.
La directora de la carrera de Ciencias de la Nutrición d ela UAG afirmó que el consumo regular de grasas saludables, presentes en nueces, almendras y pescados ricos en omega 3, favorece una respuesta antiinflamatoria. En contraste, se recomienda disminuir carnes rojas, azúcares refinados y bebidas endulzadas, incluyendo refrescos, jugos industrializados y café con azúcar. Evitar el alcohol resulta clave, ya que incluso en cantidades pequeñas se ha relacionado con un aumento del riesgo.
La actividad física es otro pilar fundamental. Comenzar puede ser complicado, pero la recomendación es moverse un poco más cada día, avanzar de forma progresiva e incorporar ejercicios de fuerza. El entrenamiento con pesas, incluso desde casa, contribuye al control del peso y a la regulación hormonal.
Finalmente, la autoexploración y las revisiones médicas periódicas continúan siendo herramientas indispensables. La detección oportuna salva miles de vidas cada año. Prevenir el cáncer de mama es un proceso diario basado en constancia, autocuidado y decisiones conscientes. Comer mejor, moverse más y atender la salud de forma integral sigue siendo la estrategia más poderosa.
TE PUEDE INTERESAR: Películas para concientizar la lucha contra el Cáncer de Mama
Octubre mes rosa: ¿Cómo detectar el cáncer de mama?
