En pleno centro histórico de San Pedro Tlaquepaque se alza una estructura de cantera gris conocida hoy como la Pila Seca, originalmente famosa como la Pila de los Compadres. Construida a mediados del siglo XIX –alrededor de 1850– para abastecer agua, con cuatro esculturas de peces y rematada por dos niños abrazados, esta fuente servía a las haciendas y al vecindario.
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¿Cuál es la leyenda de los compadres en Tlaquepaque?
La versión tradicional cuenta que dos amigos –o compadres–, tras una fuerte discusión, se batieron a puñaladas justo junto a la fuente. Ambos murieron en el lugar, y desde entonces se dice que nunca volvió a fluir agua por la pila. Por eso se le conoce como “la Pila de los Compadres” o “Pila Seca”, un monumento a la tragedia de una amistad rota.
¿Cómo ha sobrevivido la historia de los compadres en Tlaquepaque?
Esta leyenda no vive sólo en el pasado, sino en la memoria colectiva de Tlaquepaque. Visitantes, guías turísticos y vecinos mencionan la pila como un espacio cargado de simbolismo, un recordatorio tangible de cómo los vínculos pueden romperse. Y, se dice que en las madrugadas también pueden escucharse las voces de los hombres junto al sonido de sus afiladas armas.
Aunque el agua se reestablece por momentos, ha fallado en administraciones, fortaleciendo la idea de que la pila está maldita. Y a su alrededor se narran historias de duendes y presencias extrañas al atardecer. Hoy, la Pila Seca es un testimonio de cómo las leyendas urbanas dan identidad a los espacios urbanos y se convierten en parte de nuestra herencia cultural. Un sitio donde historia, arte y rumor se juntan para narrar una advertencia y una advertencia moral.
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