Cuando se piensa en Jalisco, nombres como Tequila, Mazamitla o Tlaquepaque suelen saltar a la mente. Sin embargo, a poco más de una hora de Guadalajara, existe un rincón que guarda un secreto espiritual que pocos viajeros conocen: el Santuario del Señor del Ocotito, ubicado en el tranquilo pueblo de Atemajac de Brizuela.
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¿Qué encuentra uno en el Santuario del Señor del Ocotito?
Este santuario se encuentra a solo 15 minutos caminando desde el centro del pueblo, siguiendo la avenida Brizuela. El recorrido es un viaje al pasado: calles tranquilas, casas antiguas que aún conservan detalles originales y casonas que destacan por su arquitectura llamativa. Al acercarse, el visitante es recibido por un jardín cuidado y un largo pasillo que conduce a la entrada principal del templo.

Pero lo que realmente distingue a este lugar no es solo su estética, sino su profundo valor para la comunidad. El Señor del Ocotito es una figura venerada por los habitantes de Atemajac de Brizuela, que acuden al santuario no solo en busca de paz espiritual, sino también para agradecer y pedir favores.
Las celebraciones en su honor reúnen a familias enteras, convirtiendo al sitio en el corazón religioso y cultural del municipio.
A pesar de no estar en los circuitos turísticos más populares, el santuario ofrece a los visitantes una experiencia auténtica: un espacio donde la historia, la fe y la tradición se entrelazan de manera íntima.
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