De Zapotlán el Grande a Ciudad Guzmán: Un cambio de nombre con historia, orgullo y controversia

Durante siglos, Zapotlán el Grande fue el corazón de una región fértil, rodeada de volcanes y leyendas, con un nombre de origen náhuatl que significa “lugar de sapotes”. Sus raíces prehispánicas aún palpitan bajo las calles empedradas. Pero en 1856, ocurrió algo que alteró para siempre su identidad: el Congreso del Estado de Jalisco decretó que pasaría a llamarse Ciudad Guzmán, en honor a un hombre: José Francisco Guzmán, destacado insurgente y prócer local. ¿Qué llevó a tomar esta decisión que aún despierta nostalgia?

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José Francisco Guzmán fue un abogado y político que participó activamente en la lucha por la independencia. Su figura fue tan relevante para la historia regional que, al morir, la comunidad decidió inmortalizar su apellido. Así, Zapotlán —que ya tenía estatus de ciudad desde 1837— renació como Ciudad Guzmán, buscando honrar a uno de sus hijos ilustres.

Aunque oficialmente se llama Ciudad Guzmán, para muchos sigue siendo Zapotlán el Grande en el corazón. En documentos, medios locales y conversaciones cotidianas, es común escuchar el antiguo nombre. Algunos consideran el cambio como una pérdida de identidad indígena, mientras otros lo ven como un tributo merecido a un héroe local.

A lo largo de los años, han surgido propuestas para recuperar el nombre original, especialmente desde sectores culturales y académicos que abogan por revalorizar el legado indígena. Sin embargo, el nombre Ciudad Guzmán permanece, en una especie de dualidad que cuenta dos historias: la de un pueblo ancestral y la de un héroe moderno.

Así, entre sapotes y estatuas, Zapotlán sigue vivo, aunque le llamen de otra forma.

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