No existe la navidad sin el belén o nacimiento, la corona de adviento, nochebuenas , muérdago, el ponche y el arbolito, pero, otro imprescindible para el 24 de diciembre y las posadas son los buñuelos de aire, un rico postre que también ha fungido como regalo tradicional de estos eventos.
Si bien existen también los deliciosos buñuelos enmielados que están bañados en jarabe de piloncillo y a los que igualmente se les conoce como “buñuelos de rodilla”, porque quien los prepara para extender correctamente la masa debe estar en esta posición; lo cierto es que los más “tradicionales” son los llamados “de viento” que aunque no lo creas, no son sólo bonitos y ricos sino también extremadamente fáciles de hacer.
Receta buñuelos
Los “buñuelos de viento” son llamados así porque se utiliza un molde metálico alargado de una forma similar a un machacador de frijoles para hacerlos “chinitos” que ha sido previamente pasado por la masa y que al entrar en contacto con aceite hirviendo pareciera que se expanden y mantienen la forma con un hueco, es decir “están rellenos de viento”. ¿Esa no te la sabías, verdad?
Bueno, sí este dato cultural es uno de los que quieres presumir en tus posadas o estabas quebrándote la cabeza con qué regalar, esta receta te viene como anillo al dedo, prepara lápiz y papel.
Ingredientes:
· 2 tazas de leche.
· 4 huevos.
· 40 gramos de azúcar.
· 4 pizcas de sal, (cada “pizca” es lo que agarres con tres dedos entre tus yemas).
· 500 gramos de harina de trigo, (previamente cernida o pasada por un colador).
· Aceite suficiente para cubrir aproximadamente la mitad de la olla o cacerola a emplear.
· Azúcar blanca y canela molida al gusto.
· 1 cucharadita de vainilla, (opcional).
La preparación es muy fácil, primero vamos a integrar la leche, los huevos, la sal, el azúcar y la vainilla con un globo en un recipiente, una vez hecho esto agregaremos de poco en poco la harina hasta que se integre bien y tengamos una mezcla homogénea de una consistencia similar a un atole de avena.
Hecha la mezcla la dejaremos reposar por espacio de aproximadamente media hora y después la pasaremos a un refractario de cristal extendido y plano. (De forma opcional podemos poner debajo un paño por cualquier goteo).
Luego en una cacerola profunda verteremos aceite hasta llenar la mitad, aquí un tip de chef es agregar un par de cubitos pequeños de mantequilla para evitar que el aceite se queme tan rápido, después prenderemos el fuego a una temperatura media alta. Cuando puedas meter el molde de buñuelos y sacarlo y se sienta caliente pero no quemando, es momento de empezar el siguiente paso, ahora bien, si no quieres ser “tan aventurero” y tener una quemadura ligera o ampolla si no tanteas bien, puedes usar un termómetro de cocina y ver que esté a 125° Centígrados.
Lo siguiente es fácil, con el molde previamente pasado por el aceite caliente lo sumergiremos en la mezcla sin que cubra la parte superior, es decir sólo la “cara” que da a la mezcla y sus costados, después lo escurrimos rápidamente y lo pasaremos al aceite en donde conforme vaya esponjando podemos ir removiendo delicadamente de lado a lado hasta que el buñuelo se desprenda del molde, después lo volteamos para que quede dorado de ambos lados.
Es momento de retirarlo del fuego cuando tenga color dorado, lo sacamos, escurrimos y dejamos sobre papel absorbente para que retire excesos de grasas y repetimos el procedimiento tantas veces sea necesario.
Finalmente, los pasaremos por la mezcla de azúcar y canela y podemos disfrutar tibios o temperatura ambiente, solos o acompañados de un rico ponche, chocolate o atolito.
¿Se te antojó?
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