Antes de ser reconocido por su desarrollo industrial, El Salto, Jalisco, fue cuna de una tradición artesanal que marcó generaciones. Los talleres de hilados y tejidos que florecieron en la región durante el siglo XIX y buena parte del XX fueron más que simples centros de producción: eran espacios donde el arte, la técnica y la comunidad se entretejían.
Los telares de madera y las manos de artesanos locales dieron forma a mantas, cobijas y lienzos que abastecían a mercados de todo el occidente del país. Con el paso de los años, la destreza en el manejo del hilo se convirtió en un símbolo de identidad para los habitantes del municipio.
¿Cómo surgió la tradición de los hilados y tejidos en El Salto?
La historia textil de El Salto se remonta a la influencia de las antiguas fábricas de la región de Guadalajara y Tlaquepaque, donde los oficios manuales se transmitían de padres a hijos. Los primeros talleres surgieron a orillas del río Santiago, aprovechando el caudal para mover rudimentarios molinos y sistemas de hilado.
El trabajo era completamente artesanal: los hilos se teñían con pigmentos naturales y el proceso de tejido se hacía en telares domésticos. Con el tiempo, las familias locales consolidaron pequeños talleres que, sin grandes máquinas, lograron una calidad reconocida en toda Jalisco.
¿Qué papel tuvo la comunidad en la preservación del tejido artesanal?
A diferencia de los grandes centros fabriles, en El Salto la producción textil se mantuvo como un oficio comunitario. Las mujeres desempeñaron un papel central: no solo dominaban la técnica, sino que también enseñaban a nuevas generaciones y mantenían viva la tradición a través de cooperativas familiares.
En las últimas décadas, algunos talleres han retomado los métodos originales, apostando por la elaboración artesanal como una forma de rescatar la historia y fortalecer el turismo cultural.
¿Por qué se considera al tejido artesanal parte del patrimonio cultural de El Salto?
Más allá de su valor económico, el tejido artesanal de El Salto representa un legado simbólico. Los telares y técnicas de hilado manual son testimonios del esfuerzo colectivo de una comunidad que aprendió a transformar el hilo en historia.
Hoy, las autoridades locales y colectivos culturales buscan revalorar esta herencia mediante exposiciones, ferias artesanales y proyectos que impulsen el consumo de productos hechos a mano.
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