Emma Thompson, ganadora del Oscar y de una fuerte voz femenina en el cine británico, dejó claro -en el Festival de Locarno- que su participación en Harry Potter no fue un acto de devoción del fandom, sino una decisión muy práctica. Durante una charla con el público expresó:
No es realmente una parte importante de mi trabajo creativo. Lo siento mucho. No quiero ser grosera con quienes les gusta Harry Potter, pero… llegué, hice un poco con las gafas, mucho con el pelo, y luego me fui a casa con un sueldo bastante bueno. Estoy muy agradecida.
Para Emma, la saga fue un breve cameo como la excéntrica Sybill Trelawney -solo vistió Hogwarts unas cuantas veces- sin conexión emocional real. En contraste, sí siente un vínculo profundo con La niñera mágica, película que protagonizó, escribió y desarrolló con compromiso personal y artístico.
¿Por qué nos encanta la declaración de Emma Thompson?
- Franqueza refrescante: en un mundo donde los actores suelen cantar alabanzas a cada proyecto, Thompson se sale del guion con una verdad que se siente humana.
- Valor al compromiso creativo: para ella, el arte auténtico está en los proyectos que puede moldear y sentir como propios, más allá del brillo masivo.
- Equilibrio entre mundano y mágico: admite que disfrutar escenas extravagantes en Harry Potter es válido… pero lo que realmente excita su alma creativa es poner su corazón en historias íntimas, como la de Nanny McPhee.
Emma Thompson nos recuerda que no todos los roles grandes de franquicia son obra de “pasión"; algunos son simplemente… trabajo bien pagado. Y no hay nada de malo en eso.
El verdadero valor, sugiere, se encuentra en los cuentos que puedes escribir desde adentro.
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