La temporada de invierno trae consigo un incremento significativo en la incidencia de diversas enfermedades, principalmente respiratorias, lo que representa un reto constante para la salud pública en México. Las bajas temperaturas, el aire seco y la permanencia en espacios cerrados favorecen la propagación de virus y bacterias que afectan a personas de todas las edades, aunque el riesgo es mayor en niños pequeños, adultos mayores, mujeres embarazadas y personas con enfermedades crónicas.
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Entre las enfermedades más comunes en invierno se encuentran el resfriado común, la influenza, el COVID-19, la faringitis, la bronquitis, la neumonía y el virus respiratorio sincitial (VRS), este último particularmente frecuente en niñas y niños pequeños. Estas afecciones afectan principalmente al sistema respiratorio y pueden variar desde cuadros leves hasta complicaciones graves que requieren atención médica especializada.
El resfriado común es la enfermedad más frecuente durante esta temporada y se caracteriza por congestión nasal, estornudos, tos, dolor de garganta y, en algunos casos, fiebre leve. Aunque suele resolverse en pocos días, su alta capacidad de contagio genera ausentismo escolar y laboral. Por su parte, la influenza presenta síntomas más intensos, como fiebre alta repentina, dolores musculares, escalofríos, fatiga extrema y tos seca, siendo la vacunación anual la principal medida de prevención.
El COVID-19 continúa circulando durante el invierno, con síntomas similares a los de la gripe, como fiebre, tos y cansancio, y en algunos casos pérdida del olfato o gusto. La concentración de personas en espacios cerrados favorece su transmisión, por lo que las medidas de higiene y ventilación siguen siendo fundamentales.
Otras infecciones frecuentes incluyen la faringitis, que provoca dolor intenso al tragar y puede ser de origen viral o bacteriano; la bronquitis, que genera tos persistente y dificultad respiratoria; y la neumonía, una infección pulmonar grave que puede ser potencialmente mortal si no se trata a tiempo. En el caso del VRS, este virus puede causar bronquiolitis en menores de edad y requiere vigilancia médica estrecha.
Además de las enfermedades respiratorias, durante el invierno también se registran gastroenteritis virales, problemas cutáneos como dermatitis, resequedad extrema o sabañones, y el agravamiento de enfermedades crónicas como asma, enfermedades cardiovasculares y padecimientos reumáticos.
Los principales factores que favorecen la aparición de estas enfermedades son la falta de ventilación en espacios cerrados, el aire seco que debilita las mucosas respiratorias, la exposición prolongada al frío y una respuesta inmunológica disminuida.
Para reducir el riesgo de contagio, las autoridades de salud recomiendan mantener una vacunación actualizada, especialmente contra influenza y COVID-19; realizar lavado frecuente de manos; usar cubrebocas en lugares concurridos; ventilar espacios cerrados; mantener una alimentación equilibrada rica en vitaminas; hidratarse adecuadamente y abrigarse bien durante las horas de frío intenso.
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Ante la presencia de fiebre persistente, dificultad para respirar, dolor en el pecho o empeoramiento de síntomas, es fundamental acudir a un centro de salud y evitar la automedicación. La prevención, la detección temprana y el seguimiento médico oportuno son claves para transitar el invierno de manera segura y saludable.