El aumento en la esperanza de vida plantea uno de los mayores retos de la medicina moderna: cómo conservar la funcionalidad mental durante más tiempo. En consulta, la pregunta es recurrente: qué hacer para cuidar el cerebro, prevenir el deterioro cognitivo o reducir el riesgo de enfermedades como Alzheimer. La respuesta, advierte el neurólogo clínico Moisés Rubio, académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara, no está en soluciones mágicas ni suplementos milagro, sino en estrategias sostenidas a lo largo de los años.
La literatura médica coincide en que el paso del tiempo modifica no solo el cuerpo, sino también la agilidad mental, la velocidad para procesar información y la toma de decisiones. Normalizar el olvido bajo el concepto erróneo de “demencia senil” resulta peligroso. En su lugar, el neurólogo clínico proponen adoptar una visión más positiva: el envejecimiento exitoso, entendido como la capacidad de mantener independencia, estabilidad cognitiva y calidad de vida.
¿Qué acciones ayudan a mantener la mente estable con el paso de los años?
De acuerdo al especialista los estudios científicos señalan cuatro pilares fundamentales. El primero es la actividad física regular. El ejercicio funciona como un potente oxigenador cerebral y mejora la circulación sanguínea. No se trata de rutinas extremas, sino de movimiento constante, preferentemente de bajo impacto y adaptado a cada persona, lo que incrementa la adherencia a largo plazo.
El segundo eje es el ejercicio mental activo. Actividades pasivas como las sopas de letras tienen beneficios limitados. En contraste, juegos de estrategia, aprendizaje de idiomas, oficios o habilidades nuevas obligan al cerebro a analizar, crear rutas alternativas y fortalecer conexiones neuronales. El cerebro, como un músculo, responde al uso constante.
El tercer componente es la socialización. La interacción humana estimula procesos cognitivos esenciales. Conversar, compartir ideas y sentirse parte de un grupo favorece la salud neuronal. Durante la pandemia, el aislamiento evidenció cómo la falta de contacto detonó deterioro cognitivo en distintos grupos de edad.
Finalmente, el cuidado integral de la salud resulta determinante. Mantener controlados niveles de glucosa, presión arterial, hidratación y función de órganos vitales impacta directamente en la salud cerebral. Un organismo equilibrado ofrece mejores condiciones para un cerebro resistente al desgaste.
Finalmente, Moisés Rubio afirmó en un comunicado que el objetivo no es detener el envejecimiento, sino llegar a edades avanzadas con funcionalidad, autonomía y menos cicatrices neurológicas.
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