No todos los idiomas del mundo funcionan igual. Existen lenguas que no utilizan números, otras que nacieron en barcos o que clasifican la información según si la persona la vio, escuchó o solo la imaginó.
En las Islas Canarias, por ejemplo, el silbo gomero traduce el español en silbidos que pueden oírse a kilómetros de distancia, una forma de comunicación ancestral entre los habitantes de La Gomera para hablar a través de los barrancos.
Mientras tanto, en Norteamérica, la lengua indígena hopi desafía la noción del tiempo: no divide la realidad en pasado, presente y futuro, sino entre lo comprobado y lo esperado. Para ellos, lo importante no es “cuándo” ocurrió algo, sino si realmente sucedió.
Estos idiomas recuerdan que el lenguaje no sólo nombra el mundo, sino que también moldea la manera en que lo entendemos.
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