Cuando fallece una madre sin haber dejado testamento, el dolor por la pérdida se entrelaza con la incertidumbre legal. En medio del luto, los hijos deben enfrentarse a decisiones difíciles y trámites que, en muchos casos, desconocen. No hay una carta final, ni una voluntad escrita que diga quién se queda con qué. Solo queda la ley, y esta no siempre refleja el corazón de quien partió.
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¿Quiénes heredan si no hay testamento?
Según el Código Civil mexicano, cuando una madre muere intestada (sin testamento), los hijos son los herederos universales por derecho propio. Si son menores de edad, la patria potestad pasa al otro progenitor —si vive— o, en su defecto, se asigna un tutor legal. Pero aunque la ley protege, el proceso no es automático: se debe iniciar un juicio sucesorio intestamentario.
¿Cómo se inicia el proceso legal?
Todo comienza con una solicitud en el juzgado familiar, donde se presentarán actas de nacimiento, defunción, pruebas de parentesco y listado de bienes. Un juez determinará quiénes tienen derecho a heredar y cómo se dividirá la herencia. Si hay desacuerdos entre los hijos o familiares, el juicio puede volverse largo y costoso. Lo que era duelo, se convierte en litigio.
¿Y si hay bienes a nombre de ella?
Las casas, terrenos, cuentas bancarias o vehículos quedarán bloqueados hasta que el juicio determine a los herederos. Ningún hijo puede disponer de ellos mientras no se concluyan los trámites. Si no hay acuerdo, incluso podrían perderse por abandono o mal manejo. Por eso, prever es amar: hablar de testamentos es incómodo, pero evita rupturas tras la muerte.
Una historia que no debería repetirse, pero lo hace más seguido de lo que imaginamos. Porque cuando mamá ya no está, lo único que puede protegernos más que su amor… es su voluntad escrita.
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La cultura y necesidad del testamento en México