Cuando la región aún se conocía como Villa de Santa María de los Lagos, los caminos eran de tierra suelta, las casas de adobe y el alma del pueblo apenas comenzaba a forjarse. Fue entonces, en 1623, cuando Fray Valerio de Chirinos, un fraile franciscano, se convirtió en el primer cura oficialmente asignado al naciente asentamiento. Su llegada marcó el inicio de una profunda transformación espiritual, social y cultural en el corazón de lo que hoy es Lagos de Moreno, Jalisco.
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¿Quién fue Fray Valerio de Chirinos y qué motivó su llegada?
Fray Valerio era parte de una generación de misioneros que, tras el Concilio de Trento, tenían la misión de evangelizar territorios lejanos del Nuevo Mundo. Venía desde la Provincia del Santo Evangelio, cargando libros, imágenes y un corazón dispuesto. Se dice que predicaba en náhuatl y otomí, y que dormía en el suelo de la capilla mientras ayudaba a construirla piedra por piedra.
¿Cómo fue el inicio del templo y la vida parroquial?
Con apenas unos fieles reunidos, comenzó la construcción del primer templo, donde hoy se encuentra la Parroquia de la Asunción. Fray Valerio ofició misas bajo techo de palma, bautizó a los primeros lagueses, y con humildad, fue cronista, maestro, médico y consejero. Su vida se entrelazó con la historia de cada hogar.
¿Qué legado dejó el primer cura en Lagos de Moreno?
Más allá de levantar muros sagrados, Fray Valerio fundó una comunidad de fe que aún perdura. Su nombre quedó grabado en los anales de la parroquia, y en cada piedra antigua del centro histórico late aún su huella. Porque no fue solo un cura, fue el padre de un pueblo.
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