En la esperada docuserie de Netflix titulada 'Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero', descubrimos algo más que la carrera del ícono latino: vemos al hombre detrás del brillo, Alberto Aguilera Valadez el documentalista. Grabó ensayos, viajes, conversaciones, hasta sus días sin público, convencido de que “grabar también es componer” y de que —probablemente— algún día todos esos recuerdos serían mucho más valiosos y relevantes de lo que en su privacidad valían.
¿Qué encontramos en la mirada inédita de 'Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero'?
Desde archivos Super 8 de los 70, hasta entrevistas íntimas y más de 2 000 cintas, el documental dirigido por María José Cuevas nos pone frente a la dualidad: el artista que llenó estadios y el hombre que quiso dejar constancia. “Yo no sé si esas canciones me hicieron famoso a mí o si fui yo quien hizo famosas las canciones”, expresa en un momento de la serie.
¿Por qué vale la pena ver 'Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero'?
Porque va más allá del himno 'Querida'. Nos adentra a un archivo emocional que trasciende la música. Para fans, creadores o curiosos: entender que la cámara y el micrófono fueron herramientas de memorias y no solo de escena. Una invitación para grabar, archivar y construir nuestra propia historia.
La historia en la vida de Juan Gabriel que pocos recuerdan: ¿Sabías que estuvo en la cárcel?













