Las bebidas energéticas se han convertido en parte del día a día para millones de personas: estudiantes que buscan mantenerse despiertos, trabajadores con horarios extendidos o deportistas que buscan un impulso inmediato. Sin embargo, su consumo frecuente ha levantado señales de alerta en la comunidad médica por los efectos que pueden generar en distintos sistemas del cuerpo.

¿Qué efectos reales provocan las bebidas energéticas en el organismo?

Uno de los principales puntos de preocupación es la cantidad de cafeína que contienen. Una sola lata puede superar fácilmente la dosis recomendada para un adulto promedio, provocando alteraciones en el ritmo cardiaco, insomnio, ansiedad e incluso picos de presión arterial.

Además de la cafeína, estas bebidas incorporan taurina, azúcares simples y estimulantes añadidos que, en combinación, incrementan la carga para el sistema cardiovascular.

¿Por qué los jóvenes son quienes corren más riesgos al consumirlas?

Diversos estudios señalan que los adolescentes y adultos jóvenes son quienes más consumen bebidas energéticas, especialmente durante actividades deportivas o recreativas. El problema es que mezclar estimulantes con deshidratación o con bebidas alcohólicas aumenta las posibilidades de sufrir episodios de taquicardia, mareos, desmayos e incluso eventos cardiacos.

¿Qué pasa si se consumen bebidas energéticas de forma diaria?

Tomarlas ocasionalmente no suele representar un riesgo significativo en personas sanas. Sin embargo, el uso diario sí puede desencadenar dependencia a la cafeína, alteraciones constantes del sueño, problemas digestivos y un desgaste general en el sistema nervioso.

Los médicos advierten que quienes ya padecen hipertensión, ansiedad, arritmias o problemas renales deberían evitar su consumo por completo.

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