¿Las Jacarandas son un peligro para México? Así es como dañan el ecosistema mexicano

La belleza de sus flores violetas cubre cada primavera las calles, pero pocas personas saben que la jacaranda, tan querida en México, es también una amenaza silenciosa para la naturaleza local

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Cada año, las jacarandas tiñen de violeta el asfalto. El suelo se cubre con una alfombra de pétalos que parece de otro mundo, y por unas semanas, la ciudad se ve distinta, más suave, más poética. Pero detrás de su color deslumbrante hay un problema que pocos notan: la jacaranda no es mexicana, y su proliferación está haciendo daño.

Este árbol, que parece inofensivo, es en realidad una especie exótica invasora. No pertenece a este ecosistema y, aunque no lo veamos, su presencia desbalancea la vida que debería estar floreciendo aquí.

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¿Cómo llegaron las Jacarandas a las calles de México?

La historia comienza hace más de cien años. En los años veinte, el jardinero japonés Tatsugoro Matsumoto propuso llenar la Ciudad de México con árboles vistosos. Como los cerezos, pero estos no se adaptaban bien al clima, por lo que optó por las jacarandas, originarias del sur de América.

Desde entonces, han sido sembradas masivamente en camellones, parques y banquetas.

Parecen una buena idea: ofrecen sombra, belleza y hasta cierta sensación de frescura visual. Pero su crecimiento acelerado, su resistencia y su facilidad para reproducirse la convierten en una especie que desplaza a los árboles nativos.

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Las jacarandas ocupan el lugar de especies mexicanas que forman parte de redes ecológicas milenarias. Árboles como el madroño, los encinos o el laurel mexicano están desapareciendo porque ya no se siembran en calles ni viveros. Cuando una jacaranda se planta, se impide el desarrollo de árboles nativos, lo que reduce la biodiversidad.

Sus raíces levantan banquetas, rompen el suelo y afectan otras plantas a su alrededor. Al crecer tanto, suelen enredarse en cables y requieren podas constantes. Pero más allá del espacio físico, alteran las interacciones entre insectos, aves, hongos y microorganismos locales, que no pueden vivir ni alimentarse de esta especie.

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