¿Todos mentimos? 5 razones por las que seguro has dicho alguna mentira
Desde negar una travesura hasta ocultar verdades dolorosas, mentimos más de lo que creemos
¿Alguna vez has dicho: “Voy en camino” y ni siquiera habías salido de tu casa? Negamos haber roto un vaso, aunque lo tenemos en las manos. Fingimos una sonrisa. Silenciamos verdades. Exageramos logros. Mentimos. Todos, tarde o temprano, mentimos.
Y es que la mentira es tan humana como el lenguaje. Tan antigua como el primer miedo, la primera culpa o la primera estrategia para evitar el castigo. No es solo una conducta aprendida: nacemos con ella.
Así lo plantea la doctora Dolores Mercado Corona, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, quien afirma que mentir forma parte de nuestro bagaje biológico. “En lugar de Homo sapiens, deberíamos llamarnos Homo mentirosus”, señala.
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¿Por qué mentimos?
No todas las mentiras se dicen con la misma intención, pero todas buscan algo: protegernos, evitar un conflicto, obtener un beneficio o simplemente encajar.
Según la psicóloga, estas son las principales razones:
- Por defensa: Como los animales que se camuflan, los humanos usamos la mentira para protegernos de consecuencias negativas.
- Para manipular: Algunas mentiras buscan ventajas personales, incluso a costa del otro.
- Para cuidar al otro: Las llamadas “mentiras piadosas” pretenden evitar un daño emocional.
- Por hábito: A veces mentimos sin darnos cuenta, como un reflejo condicionado.
- Por miedo o vergüenza: Nos mentimos a nosotros mismos para no enfrentar verdades que nos incomodan.
Y aunque desde pequeños se nos enseña que “mentir está mal”, también vemos a los adultos hacerlo. El mensaje se vuelve confuso: “no mientas, pero todos lo hacen”.
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¿Mentimos desde que hablamos?
Los niños empiezan a mentir entre los 3 y 4 años. Lo hacen sin malicia: simplemente descubren que pueden modificar la realidad a su favor. Niegan haber hecho algo, aunque estén rodeados de evidencia. Ya comprenden que la mentira puede ser útil.
Y más adelante, esa habilidad se perfecciona. No solo mentimos con palabras: también con gestos, silencios, acciones o incluso omisiones. Lo hacemos por educación, por conveniencia, por estrategia. Y lo más sorprendente: lo hacemos todo el tiempo.
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¿Somos mentirosos por naturaleza?
Sí. Según Mercado Corona, la mentira es parte de nuestra evolución como especie. Nos permitió adaptarnos, construir alianzas, sobrevivir. No es solo un defecto: es una herramienta.
Y aunque parezca paradójico, también somos expertos en detectar mentiras ajenas. Porque, al conocer nuestras propias estrategias, reconocemos las de otros. “A veces sabemos que nos están mintiendo, pero no lo confrontamos. Es una forma de manejar la verdad socialmente”, explica la especialista.
En relaciones cercanas, la mentira duele más. No porque sea distinta, sino porque traiciona la confianza. Una vez que se miente en una pareja, con los hijos o en la familia, todo lo que se diga después suena a duda.
Y aunque nadie quiere que le mientan, todos lo hacen. Según algunos estudios, el 92 % de las personas acepta haber mentido. El 8 % restante, probablemente también lo hizo.
Porque sí: mentimos por naturaleza. Pero también, por necesidad.