Durante siglos, los faros fueron esenciales para la navegación marítima, evitando naufragios al señalar costas, canales y entradas a puertos. Su historia se remonta al Faro de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo antiguo. En la Edad Media se usaban fogatas sobre torres, y siglos después se incorporaron lentes y lámparas de aceite.

El gran avance vino con la lente de Fresnel, que amplificaba la luz y podía verse a enormes distancias. Aunque hoy el GPS ha reemplazado muchas funciones, los faros aún funcionan como señales de seguridad o sitios turísticos, con patrones únicos de luz que les permiten ser identificados por los navegantes.

Con información de Eddy Servín.

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