Tips caseros: ¿Lavas el pollo antes de cocinarlo? La costumbre que podría enfermarte sin saberlo

Aunque parece una buena idea, lavar el pollo crudo es una práctica peligrosa. Expertos en salud lo advierten: puede esparcir bacterias en tu cocina sin que lo notes.

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Lavar el pollo crudo antes de cocinarlo es una costumbre heredada en muchas cocinas, como si con eso lo “purificáramos” antes de llevarlo al sartén. Pero los científicos han sido claros: no solo no es necesario, sino que puede ser riesgoso. Todo comienza cuando abrimos la bolsa y, casi por instinto, llevamos la pieza al chorro de agua. El problema no está en el pollo... sino en lo que el agua arrastra.

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¿Qué dicen los expertos sobre esta práctica?

La Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en EE.UU. coinciden: lavar el pollo crudo puede propagar bacterias peligrosas, como la Salmonella o el Campylobacter, a superficies cercanas. Las diminutas gotas de agua que salpican cuando enjuagas el pollo pueden llegar hasta un metro de distancia, contaminando trapos, utensilios o incluso otros alimentos. Un solo mal movimiento puede convertir tu cocina en un foco de infección.

¿Por qué creemos que lavarlo es más higiénico?

Esta idea viene, en muchos casos, de nuestras abuelas o madres, que crecieron en un contexto donde el acceso a refrigeración era limitado. Pensaban que “lavar lo sucio” era sinónimo de seguridad, pero hoy, con mejores sistemas de conservación y controles sanitarios, esa práctica quedó obsoleta. Cocinar el pollo a la temperatura correcta (75 °C internos) es lo único que elimina las bacterias.

¿Qué debes hacer para cocinar pollo de forma segura?

Evita lavar el pollo crudo. En su lugar, manipúlalo con cuidado, usa tablas separadas para carnes y verduras, y lávate bien las manos. Limpia todo con desinfectante después de cocinar. Y, sobre todo, confía más en el fuego que en el agua: solo el calor garantiza que tu platillo esté seguro.

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