¿Será el sazón del barista? 6 razones por las que el café de cafetería sabe diferente al que haces en casa
Aunque uses los mismos granos, la taza que haces en casa casi nunca sabe como la que preparan en tu cafetería favorita. ¿Por qué? Aquí está la respuesta
¿Te ha pasado que compras el mismo café que usan en tu cafetería de confianza, pero en casa no sabe igual? El aroma es distinto, el sabor no es tan intenso o simplemente no tiene ese toque que te hace decir: “qué buen café”. No eres tú, es la ciencia detrás de cada taza.
Hay variables invisibles que cambian todo: la temperatura exacta del agua, la proporción entre café y agua, el tipo de molienda, la frescura del grano, la química del agua y, sobre todo, la experiencia de quien prepara el café.
En una cafetería especializada, todos estos factores se miden con precisión. El barista sabe qué molienda usar, cuánto café poner, cuánto tiempo dejarlo en contacto con el agua. Incluso el agua tiene su chiste: si es muy blanda o muy dura, el sabor cambia. En casa, rara vez pensamos en eso.
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Muchas veces se piensa que la diferencia está en la cafetera. Pero no es así. Puedes usar prensa francesa, cafetera de goteo o incluso café de olla; si no controlas el tiempo, la temperatura o la molienda, no sabrá igual.
Los métodos caseros suelen dar concentraciones más suaves, de 1.2 a 1.5 % de sólidos disueltos. En una buena máquina de espresso, esa concentración puede llegar al 10 %, lo que da como resultado una bebida más intensa y con cuerpo.
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¿Cómo mejorar el café que preparas en casa?
Hay varios trucos sencillos que ayudan: usar agua filtrada, medir la cantidad de café, moler justo antes de preparar, almacenar en frascos herméticos y evitar exponerlo al sol o al calor. También puedes probar con diferentes métodos: inmersión o filtrado, cada uno con lo suyo.
Pero, sobre todo, el mejor café es el que más te gusta a ti. Y aunque no siempre quede como el de la cafetería, cada intento es una nueva oportunidad para descubrir tu propia taza perfecta.