En diferentes colonias de Guadalajara, como en otras partes de Jalisco y México, una tradición conmovedora se abre paso en las calles: los altares improvisados conocidos como “vírgenes de barrio”.
Estos espacios, que surgen en esquinas, banquetas o fachadas de casas, se han convertido en puntos de encuentro y oración para vecinos que buscan mantener viva su fe.
Con flores frescas, veladoras encendidas y estampas religiosas, los altares no sólo son una muestra de devoción, sino también de identidad comunitaria.
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¿Qué significan los altares colocados en los barrios?
Para muchos vecinos, representan un refugio espiritual cercano y accesible, una forma de “tener a la Virgen en casa” cuando las parroquias parecen lejanas.
Además, su presencia refuerza una tradición que mezcla lo religioso con lo artístico, pues cada altar refleja la creatividad y la historia de quienes lo cuidan.
Las vírgenes de barrio más populares son la de Guadalupe, así como la de Zapopan, San Juan de los Lagos o Talpa de Allende, advocaciones marianas con miles de seguidores en Jalisco.
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