El deporte siempre ha sido símbolo de libertad, pero en Afganistán esa puerta se cerró para las mujeres desde hace años. Sin derecho a estudiar, trabajar ni mostrar su rostro en público, las chicas crecieron con los sueños cortados. Sin embargo, entre esas historias surgió Manizha Talash, quien se negó a vivir sin movimiento.
Ella nació en Afganistán y desde pequeña soñó con bailar breakdance, pero las prohibiciones y la violencia la obligaron a huir tras sufrir ataques.
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¿Quién es Manizha Talash y cómo llegó a los Juegos Olímpicos?
Convertida en refugiada, Manizha logró competir en el equipo olímpico de refugiados, donde usó sus minutos frente a millones de espectadores para visibilizar la violencia sistemática contra las mujeres afganas. ¡Su acto fue contundente! mostró una sala con la frase “Liberen a las mujeres afganas”, con alas hechas de una burka.
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El gesto le costó caro: censura y descalificación... pero ella lo tenía claro, no estaba allí solo para ganar medallas, sino para gritar lo que su país silencia.
¿Cómo transformó Manizha Talash la moda en un acto de resistencia?
Lejos de detenerse, Manizha Talash convirtió la moda en protesta. Lanzó una línea inspirada en la burka y en las amapolas rojas, símbolo de resistencia y memoria. Cada playera, dice, es “un corazón de tela estampado con dolor y esperanza”.
Su meta es crear una marca global que apoye a las mujeres afganas y que recuerde que la lucha no se apaga aunque los reflectores olímpicos se apaguen.
Gracias a su rebeldía, Manizha demostró que las alas que se cortan ¡renacen y se reinventan!
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